Hort de Sant Cebrià

lunes, marzo 30th, 2009 | Hoteles, Resto de Catalunya

L’Hort de Sant Cebrià se situaría en esos alojamientos de difícil catalogación, entre casa rural y hotel familiar.  Decorado con un gusto exquisito y una enorme sensibilidad, combina elementos de estilo rústico con algún detalle más tecnificado, buscando -y encontrando- optimizar el confort de sus huéspedes, tanto en los espacios comunes como en las habitaciones.

L'Hort de Sant Cebrià  |  Torroella de Fluvià

L´Hort de Sant Cebrià | Torroella de Fluvià

Su servicio de comidas (en realidad, desayunos y cenas) no es un restaurante al uso. Cada noche, la cena se sirve a una hora fijada y, el menú, salvo posibles excepciones, es el mismo para todos. Como ellos mismos dicen, no son restauradores, sino que complementan la estancia de sus usuarios con elaboraciones hogareñas para, precisamente, hacer que te sientas como en casa. Aunque probablemente no lo adimitirán -pero creo que lo saben-, eso no quita que Jordi y Joan Carles sean unos buenos cocineros.


El clima no nos había respetado demasiado, impidiendo que disfrutáramos de los alrededores y limitando nuestra excursión a un paseo por Sant Miquel d’Empúries, pero eso nos permitió disfrutar de la paz de la casa, del relax olvidado y esperar la hora de la cena, simplemente charlando, leyendo, inmersos en los aromas de la preparación de la quiche de la cena y poniendo la mente en poco más que una partida de Scrabble. ¡Qué lujo hoy en día!

A la hora convenida, tras el aviso para pasar al comedor, nos sentamos en nuestra pequeña -pero coqueta- mesa, y dejamos que la cocina sencilla -ojo, aparentemente, que luego hay que ponerse…- de Jordi y Joan Carles colmara nuestros apetitos, algo espoleados por la ensalada ligera de nuestra truncada excursión de mediodía.

Para empezar, ¡cómo no estando tan cerca de L’Escala!, un aperitivo de anchoa sobre pan tostado con tomate.

A continuación, la culpable de los aromas de la tarde, la quiche, servida en una generosísima ración, y a escoger entre dos versiones, la de calabacín, de relleno esponjoso y savor suave, y la clásica Lorraine de jamón y queso, algo menos ligera -obviamente- pero muy sabrosa. Como acompañamiento, una ensalada en la que destacaba el tomate de kumato.

De segundo, un confit de pato (que les traen de Francia, por cierto), que lució ese difícil punto de equilibrio en el que, sin el típico exceso de grasa de este plato, consigue mantener su jugosidad. Ahí está, todo un notable. El sobresaliente, para las patatas que lo acompañaban, que habían estado confitándose en la grasa del pato, con un golpe final de horno y un eficaz truco secreto, que confiaron a la mesa de al lado y que no estoy legitimado a revelar.

Quiche de calabacín & Confit de pato con patatas

Quiche de calabacín & Confit de pato con patatas

El vino, un Rigau Ros Crianza 2005, modesto, suave y que, sin alardes, cumplió con su función. De postre, un señor cuenco de fresones. Por supuesto, cafés diversos (que tú mismo te preparas en la Nespresso escogiendo tu variedad preferida), chupitos, copas y, lo mejor, una buena dosis de calidez en el trato.

En estilo y concepto de hospitalidad, me recordó a otro lugar de más que recomendada visita: el hotel Torre Martí, en Sant Julià de Vilatorta.

¡Volveremos!


Post written by Daniel Muro

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