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Hofmann

jueves, septiembre 10th, 2009 | Barcelona, Restaurantes

No puedo evitar tener un aprecio especial por este restaurante. Supongo que no sólo es lo bien que siempre he comido allí, sino que, probablemente, todo lo bueno que Xocolata me ha ido contando de él y de su rigurosa filosofía de calidad durante los años que ha estado estudiando en su escuela de cocina, han ido calando en mi percepción de Hofmann.

El nuevo local, elegante, tranquilo, más moderno, más amplio, más práctico, quizás no cuenta con ese encanto especial que destilaba el antiguo restaurante, pero a pesar de su traslado de Argenteria a Granada del Penedès -en apenas unos meses, el Born se quedó sin Hofmann ni Àbac, sus dos locales estrellados-, Hofmann no ha perdido un ápice de su buen hacer culinario. Sigue midiendo al milímetro sus composiciones, sabiendo sacarle el partido adecuado al gran género que maneja y, por supuesto, sigue haciendo unos postres que quitan el hipo.

Mientras dábamos buena cuenta del cuarteto de snacks, estudiamos la carta de vinos y decidimos remojar la noche con un cava. Así, las finas burbujas del clásico Llopart Leopardi Gran Reserva 2003, con sus 4 añitos de crianza en botella, fueron elegidas para ser las dignas acompañantes de nuestra cena.

Pero antes de empezar con los platos solicitados, toda una declaración de intenciones en un aperitivo de sepia con una pequeña base de cebolla confitada, servida en compañía de una pequeña focaccia el aceite de oliva. La sepia, excelente. La focaccia, que a priori podría pasar por un elemento complementario, para repetir…

La tarta de sardinas con tomate y cebollitas nuevas en caliente de Hofmann es mítica así que, aunque ya fuera el entrante de nuestra última visita, volvimos a sucumbir a sus encantos. Si siempre he sido fan de las sardinas, entre esta receta y una espectacular elaboración de Arola -en su época de La Broche- de sardina con huevo, me da igual lo poco que cueste el susodicho pescado azul, que para mí ya se ha convertido en todo un ingrediente high class.

Probamos también el pescado de lonja, que consistía esa noche en un lenguado de tamaño extraordinario y sabor de los de antes -¿o era tamaño de los de antes y sabor extraordinario…?-, de esos que no encuentras ni en tu parada de confianza del mercado. Perfecto punto de cocción e intensos trigueros acompañando.

Pero a pesar del magnífico nivel de los platos anteriores, el plato estrella fue el morro de bacalao, confitado a baja temperatura, acompañado de una suavísima muselina y de un estratosférico arroz con los primeros rossinyols de la temporada.

Y pasamos a los postres. Perdón, los Postres. Probamos tres, aunque uno de ellos llegó como detallazo de la casa. Cayeron en nuestras fauces una ensalada de frutas donde nada queda al azar -aun así, el más convencional, a pesar del trabajo de selección y el mimo en el corte y emplatado-; el bombón de chocolate y coco, magnífico en combinación de texturas, emplatado junto a una de sus habituales filigranas de caramelo; y los descomunales crujientes de vainilla, una especie de pequeños coulants de pasta filo, que debes comer de un bocado para que, al eclosionar, no se desperdicie ni un ápice de su relleno de crema líquida de excelente vainilla… ¡El delirio de los golosos!

En definitiva, Hofmann, a pesar del cambio de local, sigue en la brecha como uno de los mejores restaurantes de cocina de mercado de Barcelona. Además, su amplitud de carta invita a visitarles en más ocasiones. Eso sí, habrá que ahorrar, que la calidad se paga…

Post written by Daniel Muro

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