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Libentia (II)

lunes, mayo 23rd, 2011 | Barcelona, Restaurantes

Chema sigue en la brecha. Tras un efímero cierre en verano de 2010 y la reestructuración del resto del equipo, Libentia ha vuelto a la lucha con una filosofía similar a la que tan buenas críticas le valió. Quizás algo más de producto, quizás algo menos de alegrías en la creación, pero… en el fondo, muy Libentia.

Entre que no pasaba por allí desde la mencionada reinvención y que iba con un amigo de buen comer y muchas cosas que contarnos, procedía hacer un menú degustación largo y tendido.

Como aperitivos, la tostada de queso de cabra caramelizado y aceite de albahaca, sencilla pero efectiva, y una prescindible crema de manzana con gambitas -algo secas y saladas, formando una inconexa  combinación de sabores-.

En los panes, sigue presente la excelente foccacia de aceite -muy golosa, cuidado con ella que el menú es largo- y chapata del Forn de la Trinitat.

Empezamos las medias raciones del menú con una buena esqueixada de bacalao, de agradable textura melosa -ayudada sin duda por la pulpa del tomate- y correcto desalado de un tierno bacalao, que abrió mucho más el apetito que los propios aperitivos.

Seguimos con una aromática parmentier, con unas gotas de aceite trufado, y coronada con una generosa porción de foie poêlé, apenas marcado. La ausencia de contraste de texturas quedó más que compensada por la cremosidad del conjunto y la potencia de sabores.

La vieira, ligeramente marcada en la plancha, lució frescura y un perfecto punto de cocción, en buena asociación con el bloody mary -un suave ketchup casero, quizás demasiado abundante para la ración-.

Sigue la buena línea con otro plato de sabor intenso, el arroz de calamar, donde el grano había absorbido el sabor del caldo sin perder apenas su entereza. Muy bueno.

Los chipironcitos con ajo y perejil flojearon algo, perdidos en una salsa líquida en exceso, y cuyo sabor muy marcado a ajo empequeñeció el de unos fresquísimos chipirones que hubieran podido convertirse en reyes de la noche.

Remontó nuevamente con un particular steak tartar, cortado a cuchillo en dados inusualmente grandes -no por ello molesto-, muy sabroso y en ración abundante -a estas alturas del menú no estaba ya para muchos esfuerzos-.

Excelente primer postre, en forma de una refrescante y muy aromática lasaña de piña y albahaca -muy de escuela Espai Sucre-. Perfecto para desengrasar sin olvidarse del sabor.

Y para acabar, el neoclásico pa amb oli i xocolata-, con un intenso aceite de primera prensada que robaba un poco de protagonismo a la ganache de chocolate.

El apartado de bodega es otro de los puntos fuertes de la filosofía de Chema y, por extensión, de Libentia. Carta de tamaño medio y bien compensada, con acento en las referencias catalanas y un buen muestreo del resto de denominaciones, desde algunas más clásicas hasta interesantes novedades menos conocidas. Encima, a precio de tienda, con un simple recargo de 3 euros en concepto de descorche –que n’aprenguin!, como diría alguien-.

Nuestra elección, el chardonnay Chanson 2007 (Viré-Clessé), dejó, de principio a fin, muy buenas sensaciones, con un paso graso y largo, y agradables notas cítricas.

Con todo, algo más de 50 euretes por cabeza hacen de una cena en Libentia una excelente opción en relación calidad-precio. ¡Aguanta, Chema!

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, bistronòmic, chema alpuente, Restaurantes, vinos

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