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Kilo

sábado, julio 6th, 2013 | Barcelona, Restaurantes

Kilo, el proyecto de Manu Marín y Clara Aracil, es una de las novedades de los últimos meses en la ciudad. En septiembre cumplirá un año y, al menos de momento, el éxito parece incuestionable.

La cocina de Manu propone un amplísimo repertorio de tapeo y medias raciones, combinando algunos clásicos con elaboraciones de corte muy actual. En la selección de producto, mucho mimo y linaje de alta cuna. Vamos a verles en acción.

Es laborable y llegamos pronto. Pese a la reserva traspapelada y el lleno, resuelven la incidencia con eficacia y celeridad gestionando bien la rotación de mesas. La sala, moderna, fresca y agradable aunque algo apretada, está salpicada de detalles de diseño cuidado, cosa que suele dar idea de buenas intenciones.

Siguiendo las indicaciones de nuestro camarero, seleccionamos tres platillos por cabeza, buscando equilibrar la comanda con niveles distintos de contundencia. Empezamos ligero, con un par de filetes de anchoa. De las buenas, buenas, dicen. Y cumplen de sobras. El pan de coca acompaña bien.

Entra el arroz cremoso de gamba roja y setas. Muy bueno, de lo mejor de la noche. Perfecta cocción de todos los elementos y sabores integrados.

Al unísono, llegan los buñuelos de bacalao –como los que hace mi madre, reza la carta, en una coletilla que está de moda-. Correctos, buena ración, de tamaño de bocado, y un puntito subidos de ajo.

También a la vez, aterriza en nuestra ya saturada mesa la ensaladilla de rape, que tenemos que dejar un buen rato de lado dando preferencia a los platos calientes. Muy fresca y generosa cantidad de rape, aunque en conjunto algo light, quizás algún encurtido más o un toque de cítricos le daría más chispa.

Tras unos minutos, superado ya el pequeño colapso, entra en juego el salteado de chipirones con alcachofas y rossinyols. Sabroso, equilibrado y, manteniendo el común denominador, de cuidada presentación.

Por último, brilla con fuerza el tataki de lomo de buey de Nebraska, de notable ternura y sabor intenso. Junto al arroz meloso, la estrella de la velada.

También gustaron los postres, con un par de elecciones: la magia del chocolate es una esfera con cobertura de chocolate negro, que se funde con chocolate caliente para dejar ver su corazón de brownie con fruta de la pasión; más fresca y sutil pero en absoluto de menor nivel, una ligera espuma de crema catalana que no desmerece de la primera que probara hace unos años en el Windsor y de la que guardo grato recuerdo… ¡Cómo me gusta que se mimen los postres!

Para regarlo todo, el albariño amable de El Jardín de Lucía. Con agua y pan, 85 euros para dos personas.

La extensión de la carta y propuestas tan tentadoras como la crème brûlée de foie con higos o la hamburguesa de sobrasada y queso de Mahón invitan a seguir investigando.

Post written by Daniel Muro

Tags: anchoas, barcelona, platillos, Restaurantes, tapas

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