El Campero

sábado, julio 27th, 2013 | España, Restaurantes

El atún de 1.000 maneras. Ahí es nada, pero ese es el lema de El Campero, un restaurante de cocina tradicional que se ha hecho célebre por el buen trato que es capaz de proporcionar a todas y cada una de las partes del atún. Por supuesto, su ubicación, en pleno epicentro de la almadraba, ayuda.

Restaurante El Campero  |  Barbate

Restaurante El Campero | Barbate

El día de autos pertenecía aún al final de la temporada atunera. Es cierto que hoy en día podemos comer un buen tataki de atún en muchos puntos de la geografía española -y no española-, pero hacerlo en Barbate y en temporada de almadraba tiene un encanto -y un sabor… ¿será autosugestión?- especial.


Reconozco que me esperaba algo diferente de El Campero. Por alguna razón, lo imaginaba más informal, más tabernario, incluso más oscuro. No es así en absoluto. Aunque dispone de una zona de taberna -muy actual, por cierto-, la sala principal es elegante, amplia y casi tan luminosa como su hermosa terraza exterior, también recomendable para los días de calor moderado. Ese era el caso, pero escogimos la comodidad de la sala.

Como aperitivo de la casa, una tapa de generosas dimensiones de ensalada de tomate y, por supuesto, atún. La acompañan buenas regañás.

Se pueden pedir medias raciones, así que nos inventamos un pequeño menú degustación a medida, con protagonismo absoluto, cómo no, para el atún rojo salvaje capturado en las almadrabas del Sur de España.

Para empezar, mi buscado tataki de lomo blanco de atún rojo. Ufff, la cosa pinta bien. Corte fino, perfecto punto y materia prima que se deshace en la boca.

Tartar, tataki & sashimi

Tartar, tataki & sashimi

También media -aunque no lo parece- de tartar de cola blanca de atún rojo. Sabroso, meloso, realmente bueno apoyado en las regañás.

Nos japonizamos con un par de sashimis: el de lomo, intenso en paladar; y el de ventresca, goloso como él solo. Me juego un euro a que hay pocos restaurantes nipones que obtengan mejor resultado.

Y llega la potencia, tremenda, a cargo de la parpatana -la parte entre la cabeza y la aleta-, guisada, muy jugosa, acompañada de unas verduritas y su correspondiente salsa picante. Entre unos y otros, que lleven cuidado los dueños de paladares sensibles.

Parpatana guisada  &  Fresones

Parpatana guisada & Fresones glaseados

En los postres, fuera de carta, unas fresas glaseadas -ligeramente salteadas en la sartén con azúcar y mantequilla-, acompañadas de un sorbete de limón y una resultona espuma de tocino de cielo. Dulzón, pero suficientemente refrescante para reiniciar sin problemas las papilas.

Con agua, un par de copas del fino de Tío Pepe, un clásico entre clásicos, y otra de Tierra Blanca, un palomino sencillo, muy agradable en nariz y fresco en boca, 40 euros por persona.

El servicio, además de profesional, como es habitual por la zona, extraordinariamente amable.

¡Arriá, arriá!


Post written by Daniel Muro

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