Estocomo

Nonono

miércoles, octubre 31st, 2012 | Barcelona, Restaurantes

Nonono ocupa el local del Ptge. Pellicer que tantas alegrías me dio cuando albergó el Saüc. No confundir, el concepto y los objetivos gastronómicos de Nonono no se acercan, ni lo pretenden, a los que pregonaba -y pregona, ahora en el hotel Ohla- el restaurante de Xavier Franco.

La propuesta e intenciones de Nonono son distintas. Y, de paso, el decorado también. En realidad, me convenció más el discurso gastronómico que el interiorismo, con la sala interior rebozada de papel de periódico en un raro efecto visual.

En los fogones, el televisivo Isma Prados se traslada desde Els Jardinets de Gràcia para elaborar una carta algo ecléctica y basada -radicalmente, según dicen- en una cocina de mercado y ecológica. Entre sus apartados, raciones vegetales, grandes piezas a compartir, o incluso bocadillos.

Tras la llegada, un aperitivo anunciado como crema de calabaza, en chupito, por el que hubiera puesto la mano en el fuego apostando por la zanahoria como ingrediente principal.

Entre las fórmulas de mediodía, precios desde los 12 a los 18 euros en función del número y tipo de platos elegidos. En esta ocasión, nos decantamos por ir a la carta.

Empezamos con el salteado de verduras, con una decena de ellas. Muy correcto y buena materia prima, entre la que sobresalió el puerro, el pimiento y la calabaza -esta sí-.

Complementando el entrante y a sugerencia del jefe de sala, una jugosa berenjena blanca confitada, con su agradable toque amargo, sin llegar a picar, y una suave salsa de yogur. Los brotes de soja, coronan el plato pero no aportan demasiado al conjunto.

Compartimos también las costillas de ternera -sólo las más grandes, anuncian-, de raza Salers, alimentadas de pastos a más de 1.500 metros de altura en La Pobla de Segur. Y cumplen, vaya si cumplen. Extraordinaria carne, melosa, sabrosa, con su grasa infiltrada, no se desperdicia más que el hueso, que se desprende con un simple golpe de tenedor. La elaboración ayuda con un largo confit de 8 horas en vacío junto a un buen aceite de oliva. Aparte, una pequeña salsera con una emulsión de sus jugos. El plato ya justifica la visita.

Por cierto, imprescindible también probar el pan de cereales rústicos, de excelente masa, cujiente, muy esponjoso y con un leve toque ácido.

Cerramos el mediodía con una agradable pera Williams en infusión de manzanilla -formando una sopa tan digestiva como aromática- acompañada de un discreto helado de vainilla en el que podría potenciarse la especia para no ver diluido su sabor.

En la parte líquida, un par de copas del resultón Petit Grealó, un joven Costers del Segre ecológico que, sin duda, vale más de lo que cuesta -ojo con la excesivamente baja temperatura de servicio-.

Con un servicio simpático y muy participativo, 53 euros que dieron de sobras para dos personas. Merece la pena seguir explorando.

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, cocina ecológica, eixample, isma prados, Restaurantes, ternera, Y

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