Jean Georges

domingo, agosto 31st, 2008 | Restaurantes, Resto del Mundo

Aprovechando mis recientes vacaciones en Nueva York, la tentación pudo conmigo y no pude evitar hacer una reserva en Jean Georges, el restaurante del cocinero del mismo nombre, a falta de su complicado apellido Vongerichten. A pesar de su impresionante palmarés, incluyendo las 3 estrellas de Michelin y el 17º lugar en la lista de Restaurant Magazine de los 100 mejores restaurantes del mundo en 2008, sus precios no son tan prohibitivos como en los otros grandes de NY, como el PerSe o Le Bernardin.

Jean Georges New York

Jean Georges New York

El local en cuestión está ubicado en los bajos del hotel Trump International, en la esquina suroeste de Central Park. Su decoración, que no presenta dudas de que el local está plenamente integrado en el estilo estético de Manhattan, es minimalista y con combinación de colores crudos, beige y negro, destacando como elemento protagonista una enorme y espectacular lámpara de techo que ocupa buena parte de la sala.

Era la primera vez que visitábamos el Jean Georges y, entre la distancia física que lo separa de Barcelona y que su precio no es algo que uno pueda permitirse habitualmente, decidimos optar por dar libertad al lucimiento del chef y pedir el menú degustación de temporada.

Y empezó de forma arrolladora, ya que el excelso blini de huevo con caviar y eneldo fue uno de los platos más brillantes de la velada. Suave, aromático y con una pequeña pero adecuada cantidad de caviar que proporcionaba el sabor predominante a la mezcla. A continuación, un sashimi de salmón con infusión de cerezas, dulzón y muy fresco, sin duda otro acierto que dio paso a un espárrago triguero con morillas, correcto, pero sin alardes. El menú proseguía con la perca, cocinada a la parrilla y acompañada de una salsa de pomelo que le daba una interesante nota de acidez, con matices distintos a los del limón, que tenemos ya más vistos por estos lares. Lástima que mi desconocimiento culinario de este pescado no me permitiera tener referencias para valorarlo con justicia. El penúltimo plato antes de los postres fue la langosta perfumada a los lichis frescos. Gran combinación, que proporcionaba además la frescura necesaria para afrontar con garantías el plato de carne, que estaba compuesto de un tierno cordero, aderezado con pimienta y menta, y acompañado de un aparentemente sencillo pero fantástico puré de guisantes.

Para los postres, debes elegir el ingrediente principal (chocolate, frambuesas o cítricos), que te sirven en cuatro formatos distintos (sopa, helado, pastel…). Probamos las versiones de frambuesas y chocolate y, de forma rotunda, el triunfador fue un brutal brownie de cacao, de perfecta textura y sabor intenso. Aunque no llega al exagerado caso del coulant, parece mentira que, llamándose igual, el brownie de chocolate sea tan diferente dependiendo de dónde te lo sirven.

Amplia carta de vinos, que incluye grandes referencias internacionales. Nosotros, siguiendo nuestra costumbre de pedir vinos de la región (o del país, al menos), agradecimos la más que digna representación de vinos americanos, entre los que elegimos el Talley Chardonnay (Arroyo Grande Valley), que superó con nota la totalidad de la degustación.

Servicio eficaz, digno de la factura que te presentan. A diferencia de la gran mayoría de restaurantes de primerísima línea españoles, cometen el pecado –habitual por lo que he visto fuera de nuestras fronteras- de doblar servicios de mesa, por lo que no es raro que, a pesar de tener reserva, tengas que esperarte en la barra del bar tomando una copa de vino que, a poco que tu espera supere los 10 ó 15 minutos, no incluirán en la cuenta.

Una cuenta que, en nuestro caso, ascendió a 430 dólares (unos 300 euros) más propina, aunque de este total casi 100 dólares pertenecen a la botella de vino.

Una magnífica opción para ocasiones especiales.


Post written by Daniel Muro

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