Estocomo

Windsor

domingo, agosto 2nd, 2009 | Barcelona, Restaurantes

Antes de empezar, un recuerdo para 3 locales que acaban de echar el cierre y que nos han hecho pasar buenos ratos: Ottimo, Ot y Ovic (todos con O, ¡que se ponga a cubierto el Osmosis…!). Pero vamos al Windsor, que es el que nos ocupa ahora mismo.

Siempre me ha gustado este restaurante. Elegante, tranquilo, bien ubicado, buen servicio y exquisito trato al vino. Además, tienen una pequeña zona en la que las mesas dan a un jardincillo interior muy zen, que resulta agradable y romántico.

Aperitivo a base de copita de cava (o fino La Ina, según el caso), unos breves snacks y una suave espuma de foie. Mientras, aprovechamos el momento para comentar con el sumiller -Roberto-, las bondades de su carta de vinos -que son muchas- y elegir entre todos un sauvignon blanc de Marlborough (Staete Landt 2007), todo un ejemplo de mineralidad y untuosidad que nos acompañaría fantásticamente bien en toda la cena.

Empezamos la sesión con un par de entrantes en media ración y una tapita. Ésta, en generosa cantidad, compuesta por unos langostinos en tempura con romesco. Bien los langostinos, pero menos destacable la tempura, que se asemejaba más a un rebozado occidental. La primera media ración, un excelente variado de setas a la plancha, con un leve toque de romero. La segunda, unas verduras asadas, en buen punto de cocción y materia prima sabrosa.

Llegados a los segundos, yo opté por los salmonetes fritos desespinados, muy correctos, acompañados de una salsa de soja y sus brotes, además de unas verduritas en tempura (aunque sigo sin estar muy de acuerdo en la nomenclatura del rebozado).

Para Xocolata, la suprema de merluza de palangre, hecha a la plancha, junto a unos espárragos trigueros y unos berberechos. Buena materia, aunque en punto de cocción tradicional, algo más hecho de lo que se estila últimamente.

Como postre, siguiendo la segunda recomendación de nuestro camarero (la primera fue la espuma de crema catalana, que quedó desestimada por ser ya una grata conocida), unos crujientes raviolis de manzana y jengibre (me pareció una muy acertada vuelta de tuerca sobre la tarta tatin). Y para maridarlo, detallazo del sumiller, una copa por cuenta de la casa de un magnífico riesling teutón (Georg Breuer Rheingau).

Aunque la cocina fuera más de notable que de sobresaliente, el ambiente, la bodega y, sobre todo, un trato de matrícula de honor, hizo subir la nota.

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, bodega, cocina catalana, Restaurantes

2 Comments to Windsor

Leave a comment