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Lolita Tapería

miércoles, septiembre 8th, 2010 | Barcelona, Restaurantes

Hace unas semanas me pilló por sorpresa la noticia de la reconversión de Inopia en Lolita. La marcha de Albert Adrià, con otro proyecto en mente -y ahora en cuerpo-, ha propiciado que Joan Martínez, buen amigo suyo y cofundador de su exitoso proyecto Inopia, se haya quedado solo al frente del nuevo local.

El concepto de classic bar sigue muy presente en Lolita Tapería. De hecho, a simple vista, no parecen haber cambiado muchas cosas. Colas para entrar desde las 8 de la tarde, bullicio, ajetreo constante, un buen número de camareros defendiendo eficientemente la apretada barra y una carta a base de picoteo y pequeños bocadillos, que no sólo conserva un apartado dedicado a los clásicos de Inopia, sino que, entre el resto de propuestas, muchas son herencia de su antecesor.

Tras la espera de rigor conseguimos un hueco en la barra entre el abundante público internacional -¿conseguirán mantener semejante raudal sin el apellido Adrià?-.

Empezamos con la ensalada Lolita, una versión de la ensaladilla de palitos de cangrejo, que deberán replantearse seriamente si quieren que llegue a tener el mismo éxito que su reputada ensaladilla rusa. Lo más flojito de nuestra mini-cata.

Mejoró la burrata Lolita, servida con brotes de mostaza, rúcula, tomate semiseco y un toque de olivada negra. No es la maravilla de Melton -lo siento, me resulta imposible no acordarme de ella cada vez que como burrata-, quizás un poco seca en su corteza, pero apunta maneras y su estética le va que ni pintada a la cabecera del post.

Hasta aquí nuestra efímera incursión en las novedades, pasando a uno de los superclásicos heredados, los tiernos lomos de atún, brevemente soasados y bañados -literalmente, no haría falta tanto- en un escabeche ligero.

Acabamos con las rabas de pollo, una de las sempiternas recomendaciones de Carlos -uno de mis compañeros de jornadas gastronómicas… ¡vaya un saludo desde aquí!-. Como siempre, sabrosas, jugosas y con su crujiente rebozado a base de trocitos de patata chip.

Servicio atento y agradable, una buena coca con pan con tomate y unas copas del verdejo sin crianza Afortunado y del tinto joven de Sierra Cantabria -cuidado con la temperatura de servicio de los tintos…-, unos 35 euros.

En cualquier caso, fue una visita relámpago que permitió hacerme una idea de hacia dónde van los tiros. Reconozco que me dio la impresión de haber perdido algo de frescura en las propuestas, aunque insisto en que el muestreo fue insuficiente para sacar muchas conclusiones y creo que tendré que seguir investigando. ¡Qué sacrificado…!

Post written by Daniel Muro

Tags: barcelona, barra, inopia, Restaurantes, tapas, tapeo

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