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Dos Palillos (III)

sábado, noviembre 24th, 2012 | Barcelona, Restaurantes

Nueva visita al templo de la neotapa asiática de Dos Palillos y, como en cada una de mis apariciones por allí, el éxito de asistencia es rotundo. Lleno tras lleno, Albert Raurich sigue demostrando que su barra merece el éxito de público y crítica. Ahora, además, añade por fin el reconocimiento de la Guía Michelin con su merecidísima primera estrella.

Suman ya más de media docena mis visitas al DosPa, pero sigo sintiendo ese cosquilleo cada vez que aparto la cortinilla de tiras metálicas que separa el aire kitsch-ochentero del bar de la entrada para sumergirme en esa animada pero glamurosa barra de Albert y su mariscal Takeshi, que bien podría pertenecer a un lujoso hotel del barrio de Shinjuku.

Empieza el mayor show-cooking de la ciudad con el cóctel de bienvenida, hoy de granizado de naranja y espuma de vino chino. Bien, bien…

Luce el shitake con pimientos del Padrón, un producto que gana muchísimo con este formato de preparación just-in-time.

Refresca el sashimi de pescado blanco, sedoso, aunque sin llegar al resultado del divertido exotismo de Km. 0 del de pollo, que llegaría más tarde.

Triunfa también el doble momento mariscada, con unas delicadas mininavajas servidas con curry rojo y algas, y otro de los clásicos, unas excelsas gambas crudas-plancha que, bajo un tamaño mediano, esconden una enorme potencia gustativa en su cabeza y la mórbida textura de sus colas. Cocción impecable en ambos productos.

Curioso el tartar de tofu con salmón. -¿Tofu?- pensé… -¡Ufff!- Pues toma tofu. Sin ser nada fan de este soso coagulado, aquí brilla, y mucho, mezclado con las ralladuras secas de salmón y sus huevas.

La tempura de anémonas, perfecta, como siempre, es uno de los bocados más sabrosos del menú.

Límpidos los dumplings al vapor, casi translúcidos, de espìnacas frescas. Pureza de sabores para este acercamiento japo-catalán, aunque me quedo con la versión de gambitas y panceta ibérica.

Si ya era alto, sube más el nivel con unos tersos salmonetes, una atractiva cebolla encurtida y tomate confitado. Y volvemos a otro clásico de Raurich, el que más tal vez, los celebérrimos temakis, self-cooked self-service, con un extraordinario toro y, hoy, sin que sirva de precedente, algo menos virtuoso arroz. Las crujientes algas nori, como siempre, irreprochables.

En las carnes, además del atrevido sashimi de pollo, una potente gyoza de carne de cerdo y nira -un aromático cebollino chino-, y un tierno yakitori -cada vez mejor,  también parecen haber alcanzado el punto perfecto de este plato-.

El atípico primer postre, unos dulzones huevos de codorniz, casi crudos, sobre ligero almíbar y con helado de hoja de pandan. Y para acabar, unos celestiales buñuelos de chocolate con jengibre ligeramente escarchado -cómo no, también han optimizado el relleno-.

Con agua, un par de copas del Brut Nature de Bertha, y otra del chardonnay navarro de Nekeas (Cuvée Allier 2009), algo menos de 70 euros por persona.

¡Enhorabuena, Albert, la estrella hace justicia!

Post written by Daniel Muro

Tags: albert raurich, barcelona, barra, casa camper, cocina fusión, estrella, michelin, raval, Restaurantes, tapas

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